Estilos de dirección

Alicante, 13 de mayo de 2009 – La novedosa y cada vez más creciente implantación de Planes de Igualdad en las empresas, fomentados por los Gobiernos y Organismos Públicos y apoyados desde estamentos internacionales, es un primer paso para ir haciendo desaparecer las desigualdades existentes entre hombres y mujeres en el ámbito laboral, traducidas en diferencias en cuanto a derechos, responsabilidades y oportunidades.

Hasta hace bien poco el estilo de liderazgo mayoritario era el conocido como liderazgo transacional y caracterizado por el hecho de que la dirección persigue los objetivos laborales propuestos; es ésta la que organiza las actividades del grupo y decide de qué manera hay que hacerlas. Poco a poco, y coincidiendo con la incorporación de la mujer al mercado laboral y su ascenso, cada vez más notable a puestos de responsabilidad, éste ha ido mutando hacia el llamado liderazgo transformacional, que se basa en un conjunto de capacidades que permiten identificar los cambios y diseñar acciones para afrontarlo de forma efectiva, así como en fomentar el desarrollo de las personas que componen su equipo de trabajo, permitiendo así el desarrollo y crecimiento de la empresa.

De lo que se trata es de concebir una tipología de empresa en la que la presencia femenina no sea únicamente el mero cumplimiento de un cupo, sino que su aportación, en su diferencia, sea igual de valiosa y de valorada a como lo ha venido siendo la del hombre hasta la actualidad.

Sobradamente conocido es que las empresas las forman las personas, es decir, los recursos humanos. Los cuales, no tienen por qué verse enfrentados por cuestiones de género, sino que la fórmula ideal es la de que se complementen intentado maximizar sus potenciales.

Así, aquellas empresas formadas por un capital humano caracterizado por la diversidad, mejoran su imagen externa, pues las políticas de igualdad de las que hablábamos al principio son un importante instrumento de Marketing, lo que les permite atraer una base de clientes más amplia, y poder proporcionar un servicio más ajustado a las necesidades individuales que demandan los mercados. Y a nivel interno, conllevan la aplicación de una serie de medidas de conciliación de la vida familiar y laboral, lo que se traduce en cuestiones tan importantes como fidelización del cliente interno o retención del talento en las empresas.

En conclusión, se trata de dotar a la actualidad empresarial de un estilo de liderazgo adecuado a las demandas del mercado por un lado y a los recursos que forman la empresa por otro. El líder que se busca es el que sabe delegar en sus subordinados y potenciar sus actitudes. Aquel que negocia y comunica en lugar de imponer. El que intentar entender las consecuencias de sus decisiones. El que tiene previsión y sabe adaptarse al cambio… Y esto es una cuestión de actitud y de aptitud, no de género.

 

Marta García Romero

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