Los objetivos estratégicos y los Planes de Formación

Alicante, 18 de noviembre de 2009 – Ante el entorno cambiante en que se encuentra la empresa la formación de los recursos humanos se ha de plantear como una ventaja competitiva.

Las organizaciones han de ver la formación como una inversión necesaria que debe llevarse a cabo de forma continuada, adaptándose a los cambios técnicos, sociales y económicos, cumpliendo así con el objetivo de eficacia de la misma.

Para que se cumpla dicho objetivo, la formación ha de partir de los objetivos empresariales, es decir, de los objetivos estratégicos que deben estar claramente definidos. No ha de ser, por lo tanto, una respuesta a una situación puntual sino que deberá actualizarse y tener continuidad mediante los Planes de Formación.

Los Planes de Formación abarcan una secuencia programada de acciones, durante un período de tiempo concreto en el que se habrán tenido en cuenta los objetivos organizativos que se persiguen y los medios de que se dispone para asegurar unos resultados óptimos. El proceso formativo se puede estructurar de la siguiente forma:

  1. Necesidades de formación: la detección y análisis de necesidades es el primer paso en la planificación de la formación en la empresa y persigue detectar y analizar las necesidades formativas determinadas por los objetivos estratégicos. Además, en esta etapa se priorizan las acciones marcando un cronograma de actuación.
  2. Diseño del Plan de Formación: una vez identificadas las áreas de actuación, se definen acciones concretas cuyo diseño variará según los objetivos de formación específicos, el colectivo al que se dirige, el tiempo disponible, la cultura empresarial y, muy especialmente, los recursos con los que se cuente (económicos, instalaciones…). Habitualmente, los planes de formación incluyen acciones de carácter general que permiten adquirir herramientas (conocimientos, habilidades y/o actitudes) ligadas a la cultura de empresa y por tanto muy útiles para el desarrollo general de la misma, y acciones específicas vinculadas de forma concreta con cada puesto de trabajo. En ambos casos, la selección de las acciones, de las técnicas docentes, de los formadores, materiales… estará claramente ligada a los objetivos estratégicos.
  3. Evaluación y seguimiento: una vez llevadas a cabo las acciones es importante recoger información que permita estimar si se han alcanzado los objetivos previstos y si el diseño de la misma ha sido el correcto. Esta recogida de información nos ayudará a tomar decisiones sobre las acciones a plantear en el siguiente Plan de Formación.

De las líneas anteriores se desprende que la eficacia de las acciones formativas pasa porque éstas se conviertan en herramientas que contribuyan a la consecución de objetivos, convirtiéndose así en una inversión que revierte en el crecimiento de las organizaciones.

María Teresa García Guillén

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